Este término no tiene una traducción que podamos definir en una sola palabra. Para los estoicos se trataba de evaluar, es decir, examinar todo lo que sucede empezando desde nuestro interior, y para ello había que ponerlo todo a prueba, de forma que se pudieran sacar las mayores y mejores conclusiones posibles, con el fin de obtener mucha información que nos ayude a tener un mayor conocimiento de cualquier suceso.
El estoicismo se basa mucho en la reflexión y esta palabra podemos decir que es la puesta en práctica de la reflexión, ya que se trata de un examen donde ponemos en tela de juicio todo lo que pensamos y así conseguimos entender al máximo la situación que acontece. Ante cualquier escenario o acontecimiento, los estoicos ponían este concepto sobre la mesa y dedicaban tiempo a reconocer claramente lo que estaba sucediendo, y gracias a la experiencia, cada vez se especializaban más en este arte, por lo que con el paso del tiempo habían refinado esta técnica que les proporcionaba un conocimiento amplío sobre lo que acontecía en su entorno más cercano.
Al final, el objetivo de los estoicos era que las apariencias o phantasias, como ellos llamaban a las primeras impresiones, no les jugaran una mala pasada, y lo que buscaban era estar 100% seguros de que lo que pensaban sobre algo no estaba aconteciendo ni contaminado por otros aspectos; por ello hacían una evaluación tan exhaustiva con el fin de poder controlar el máximo de aspectos posibles que estaban en su poder, primero reconociéndolos y en segundo lugar siendo conscientes de ello para poder dominarlos.
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