Las Moiras o Parcas (Amor Fati)

Publicado el 6 de noviembre de 2023, 16:09

Estas 3 hermanas ostentan un poder increíble en la mitología: el de hilar, medir y cortar el hilo de la existencia humana. Su misterio y su poder las han convertido en el tema principal de muchas obras de arte a lo largo de la historia. Las Moiras están envueltas en una red de misterio en la mitología. O mejor dicho, ellas tejen esta red.


El mito de las tres parcas habla del destino y de la muerte, es uno de los más enigmáticos y, a la vez, alegóricos de la antigüedad. Tanto los griegos como los romanos, los germanos y los nórdicos tienen historias análogas al respecto. Se puede decir que, de una u otra manera, este mito ha influido en varias creencias y religiones tradicionales de Occidente.

 

Dice el mito de las tres parcas que estos seres decidían el destino de cada ser humano no solamente en vida, sino más allá de la muerte. Las tres eran hermanas y residían en el Hades, para los griegos, y el Averno, para los romanos. Desde allí decidían lo que sucedería con cada habitante del mundo. Se les representa como tres mujeres vestidas con una túnica y luciendo un semblante indiferente e imperturbable.


Algunos autores clásicos señalan que el padre de las tres parcas era el propio Zeus, pero la versión más aceptada es que ellas eran hijas de Moro, o Moros. Este era la personificación del Destino, la suerte  y la condenación. Se dice que había nacido mucho antes que Zeus, por lo que este último le temía, ya que Moro era el único con poder sobre él.


Moro era hijo de Nix, la diosa primordial de la noche, que a su vez provenía del Caos. El padre de Moro era Érebo, dios primordial de la oscuridad y las sombras, que con su presencia llenaba todos los agujeros y rincones del mundo. Moro era uno de los “dioses oscuros”, junto con sus hermanos Tánatos (la muerte), Hipnos (el sueño), Oniros (la tribu de los sueños) y las Keres (espíritus de la muerte violenta).


El mito de las tres parcas dice que la función primordial de estas hermanas era hacer cumplir el destino de los hombres, siguiendo los preceptos de su padre Moro. Todas ellas estaban presentes desde el nacimiento e iban hilando los acontecimientos de la vida hasta la muerte.

 

Según su edad, los nombres de las parcas eran Cloto, Láquesis y Átropos. Cloto era la más joven y era la encargada de hilar el destino de los hombres en una rueca. Ella era quien decidía si una persona podía nacer o no, por eso en Roma se le invocaba en el noveno mes de embarazo y se le llamaba “Nona”.


Láquesis, por su parte, decidía sobre la duración de la vida de cada persona. Era ella quien determinaba de qué longitud debía ser el hilo que tejía Cloto. Se le representa como una matrona que desenrolla un largo papel en el que está escrito el destino de cada ser humano.


Finalmente Átropos es la parca propiamente dicha. Era la hermana mayor y la portadora de unas “aborrecibles tijeras” con las que cortaba el hilo de la vida. Cuando lo hacía, sobrevenía la muerte. También ella decidía qué tipo de muerte debía tener cada uno.


El mito de las tres parcas dice que estas damas aparecían tres días después de cada nacimiento y que era entonces cuando decidían el destino que tendría cada persona. No solamente podían definir el destino de los mortales, sino también el de los dioses. Este último lo escribían en paredes de bronce.


Los hilos de la vida eran de tres colores: blancos, negros y dorados. Los hilos blancos correspondían a los acontecimientos que no tenían mayor trascendencia; los hilos negros, a los momentos de aflicción y dolor; y los hilos de oro representaban los momentos más felices en la vida de los mortales.


La más temida de las parcas era la mayor, Átropos, a quien también se le conoce como “La inflexible”. No respetaba edad ni condición social o carácter. En todos los casos utilizaba sus peligrosas tijeras, para después de matar, atraer al alma del difunto hasta el Inframundo.

 

Para los estoicos el futuro está dado. El destino tiene un plan prefijado y no se puede cambiar. Nada ni nadie escapa de sus manos. Ir en contra del destino es como nadar a contracorriente. Tarde o temprano, te acabará arrastrando. Si rechazo mi destino, si lucho contra él, lo estoy haciendo conmigo mismo. Y ello no significa que deba resignarme sin hacer nada, al contrario, tengo que jugar la partida de la vida con las cartas que me ha repartido el destino y jugarlas lo mejor posible, que desde el punto de vista estoico, no puede ser más que de la forma más virtuosa posible, practicando las virtudes estoicas.

 

Este concepto de amar el destino, como decían estos sabios maestros, es uno de los que más tiempo requiere para llegar a entenderlo y aplicarlo totalmente en todos los contextos. Los estoicos tenían un idilio con la naturaleza y sabían que ellos también formaban parte de ella, por ello lo veían todo como una unidad, donde todo está conectado y bien ordenado. Se trata de una forma de ver la vida con la que podemos estar más o menos de acuerdo, aunque si reflexionamos sobre esta idea, nos daremos cuenta que nos hace vivir en paz, ya que no se trata de pensar que todo está ya escrito, pero nos ayuda a poder aceptar que las cosas suceden por algo y que no hace falta buscar miles de explicaciones para comprender todo lo que sucede a nuestro alrededor, la cuestión es aceptarlo.

 

Hércules no sería Hércules sin sus “Doce Trabajos”, Aquiles no sería una leyenda sin la guerra de Troya, ningún deportista, artista o persona de negocios que admires sería tan exitoso y conocido si no hubiera destinado decenas de miles de horas de esfuerzo, sacrificio y fracasos a luchar por lo que es hoy en día. El Amor Fati nos enseña que si solo aceptamos y queremos lo que ha ocurrido seremos capaces de mirarlo con los ojos correctos y aprovechar la situación para continuar y no sumirnos en la oscuridad. Su dominio y aplicación conduce no solamente a un crecimiento constante sino a una vida apacible, a una vida feliz.

 

En lugar de quejarse o arrepentirse por algo ya pasado, Amor Fati se centra en el presente, en el aquí y en el ahora, en practicar la Prosochê, como dirían los griegos, y que para los estoicos era también una actitud fundamental en la vida. Tu presente, sea cual sea, es una oportunidad. Amor Fati es por tanto un modo de ver la vida, unas lentes que nos hacen ver el mundo de otra manera. Sacando lo bueno de todo lo malo porque, recordemos, que en todo lo bueno hay algo malo y viceversa.

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