Las Paradojas de los Estoicos

Publicado el 17 de octubre de 2024, 14:27

En la actualidad la palabra “paradoja” evoca algo contradictorio o, al menos, chocante. Antiguamente, sin embargo, el término griego aludía no a algo que está enfrentado, sino a algo a lo que no se opone pero tampoco manifiesta total acuerdo; se podría decir que no secunda lo que todos piensan, pero tampoco se aleja demasiado. Aunque el título puede resultar muy llamativo y puede llevar a pensar que voy a exponer los puntos en los que los estoicos se contradecían, aquí simplemente he elaborado una selección de la doctrina estoica que me parece más interesante y atractiva.

 

1) Solo lo honrado es bueno.

Para los estoicos el dinero, las posesiones, las riquezas, el poder y los placeres no eran buenos ni malos; pero sí ponían mucha atención en ser moderados con ellos, ya que quienes están rodeados de estas cosas suelen desear cada vez más aquello en lo que abundan, convirtiéndose en esclavos de dichos deseos. ¿Qué era entonces el bien para estos sabios? Actuar mediante la virtud, que no es otro cosa que actuar recta y honradamente. Para ellos no existía ningún bien del que no pudiera honradamente gloriarse aquel que lo poseyera. Este no era otro que el verdadero camino hacia la felicidad.

 

2) Al virtuoso no le falta nada para vivir feliz.

Los estoicos llamaban necios a todos aquellos que desconocían el valor de la virtud. En cambio, los que poseían las virtudes del estoicismo, como la sabiduría y la fortaleza, entre otras, no podían ser desgraciados, sino merecedores de alabanza. Nadie puede dejar de ser totalmente feliz si depende para todo de sí mismo y si lo pone todo en sí mismo; sin embargo, aquel cuya esperanza, cálculos y proyectos penden de la fortuna no pueden tener nada seguro, y no podrán conservar ni un solo día nada de lo ya conseguido. Los estoicos estaban preparados para cualquier cosa que les deparase el destino, no trataban de evitarlo ni rechazarlo, sino que lo recibían como una oportunidad para demostrar sus virtudes y ponerse a prueba, a sabiendas de que les fortalecería y les haría mejores personas. La muerte era terrible para aquellos que perdían todo al perder la vida, mientras que la gloria del sabio no podía morir. El exilio, por su parte, para la mayoría que estaban encerrados en unos límites era fatídico; mientras que el sabio veían todo el orbe de la tierra en una sola ciudad. Al necio le acosan todas las desgracias y penalidades, sus pasiones le atormentan, sufre día y noche porque no le satisface lo que tiene y teme que eso mismo no le vaya a durar mucho, le aguijonea la conciencia de sus malos actos y le abruman los miedos a los juicios y opiniones de los demás. Por tanto, del mismo modo que ningún necio puede sentirse bien, así ningún hombre de bien, sabio y fuerte, puede ser desgraciado, aquel cuya vida va acompañada de lo que no puede ser arrebatado, las virtudes.

 

3) Son iguales las cosas mal hechas y las acciones rectas.

Para los estoicos en la conducta humana no había lugar para dudas, o se actuaba bien (de acuerdo a la virtud) o se actuaba mal (de acuerdo a los vicios). Las faltas no debían medirse por su objeto sino por el defecto humano que suponen. En esta opinión hay un claro vuelco sobre la responsabilidad del sujeto. Todos somos responsables de nuestros actos, por lo que echar la culpa a los demás es de necios. Los errores no van a parecer más leves al ser menos porque las faltas no hay que medirlas por los resultados de los hechos, sino por los vicios de los hombres; aquello en lo que se falta puede ser mayor o menor, pero el hecho de faltar es solo uno, lo mires por donde lo mires. Cometer culpa es como traspasar unos límites, una vez que lo has hecho, la culpa está cometida. Los vicios solo traían deshonra, por muy pequeña que fuese la falta cometida.

 

4) Todos los necios están locos.

Para los estoicos todos contamos con una fortaleza inexpugnable, que no es otra cosa que nuestra mente. Nada se les podía arrebatar. Disponían de una fortaleza que contaba con todo lo necesario para sobrevivir a cualquier situación que les deparase el destino, fortificada por una muralla construida en base a todas las virtudes. Estos filósofos se repetían constantemente la siguiente frase: “Omnia mea mecum porto” (todas mis cosas las llevo conmigo). Por tanto, los que eran conscientes de esto solo buscaban la sabiduría, mediante la cual podían discernir el bien del mal, las virtudes de los vicios; mientras que aquellos que perseguían cosas frágiles e inestables eran llamados necios o locos, ya que no eran capaces de diferenciar el bien del mal, no eran capaces de mirar dentro de sí mismos, ni de reflexionar sobre lo que decían o hacían.

 

5) Solo el sabio es libre y todos los necios esclavos.

Los sabios entendían libertad como “vive como quieras”. Aunque esto puede tener diferentes lecturas, no se referían a hacer lo que a cada cual le apeteciese sin pensar en las consecuencias; sino que aplicado al sabio se refería a que no hacía nada ni a su pesar ni obligado. Todo lo hacía bajo su propia voluntad y juicio Hacía alusión al autodominio, a no dejarse arrastras por las pasiones. Un hombre incapaz de someter a sus propias pasiones jamás será libre, sino que se convertirá en el más indigno esclavo, aunque haya nacido en una familia de alta alcurnia. Quienes se entregan a los deseos apenas obtienen el ínfimo lugar de su propia servidumbre. Eres esclavo y, por tanto, tus deseos son tus cadenas. Quien solo busca las riquezas, los elogios, aumentar su ego, los placeres de la comida y la carne… equivocadamente le llama libertad, pero no es otra cosa que esclavitud. Y cuántos más deseos tengas más amos tendrás y más miserable será tu vida, una servidumbre tan desgraciada como dura. No quieres ser libre, sino cambiar de dueño.

 

6) Solo el sabio es rico.

Como ya hemos visto, para los estoicos la riqueza no está en la posesión de bienes materiales sino en la virtud. Rico es que que tiene en propiedad lo suficiente como para estar satisfecho viviendo holgadamente: ni busca, ni apetece, ni desea, ni ansía nada más. Su espíritu se considera rico, no la consideración de la gente, ni sus posesiones. El que piensa que nada le falta y está satisfecho e incluso contento con lo que posee es tremendamente rico. Aunque te cubra el dinero y los bienes, si por dentro estás vacío, si tienes innumerables deseos, si vas tras el lujo y la codicia es dueña tuya, te consideraré pobre. Ninguna posesión, ningún poder, ni el oro ni la plata deben tenerse más en cuenta que la virtud. Por tanto, ¿quién es más rico: aquel a quien le falta o aquel a quien le sobra? ¿El que no tiene, o el que abunda? ¿Aquel que cuanto más posee más necesita para mantenerlo, o el que se sostiene por sus propios medios? No ser ambicioso es dinero; no ser comilón es un ingreso.  Que cada cual se contente con lo que tiene es la mayor riqueza y la más segura. Cuanto debe estimarse la virtud que no puede robarse ni abiertamente ni a escondidas, ni se pierde en un naufragio ni en un incendio, ni se modifica por los cambios del tiempo ni por las tormentas. Quienes poseen las virtudes son los únicos que son ricos, porque únicamente ellos poseen cosas fructíferas y duraderas, solo ellos están satisfechos con lo suyo, no desean nada, no les falta nada. En cambio, los inmoderados y avaros siempre quieren más, ninguno está satisfecho con lo que tiene y por muchas riquezas que posean deben considerarse carentes de recursos y pobres.

 

Llegados a este punto puedes llegar a pensar que los estoicos eran personas sin ambiciones ni metas; muy al contrario, la mayoría de ellos acabaron ocupando altos cargos políticos y de poder; quien mejor ejemplo que Marco Aurelio, el cual fue uno de los mejores emperadores de la historia, por no decir el mejor. Estos filósofos eran personas agradecidas, moderadas y no se dejaban llevar por sus pasiones y vicios. Su única meta era mejorarse a sí mismos y de esta manera contribuir a mejorar la sociedad en la que vivían. Por lo tanto, sigue el ejemplo de estos sabios, busca la sabiduría, mejorar cada día y de este modo no solo lograrás todo aquello que te propongas sino que contribuirás a mejorar tu entorno y a la gente de tu alrededor. De este modo aportarás tu granito de arena para que este mundo sea cada vez un poquito mejor.

 

 

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